Desde Bautizados, hacemos un llamado a todas las iglesias del mundo, orar por los cristianos perseguidos en el África subsahariana, donde más de 16 millones de creyentes han sido desplazados debido a la violencia religiosa, durante el Día Internacional de Oración el 3 de noviembre. El ministerio compartió recursos para apoyar a iglesias y grupos pequeños en su intercesión.
El África subsahariana es una de las regiones conocidas por la peor persecución a los cristianos, e incluye países como Nigeria, Kenia, Mozambique, Burkina Faso y Uganda.
«El 3 de noviembre, invitamos a los cristianos de todas partes a unirse para levantar a la Iglesia perseguida», dijo Ryan Brown, presidente y director ejecutivo de Open Doors US, en un comunicado enviado a The Christian Post. «Este día nos recuerda que todos somos parte de un solo cuerpo, y cuando una parte sufre, todos sufrimos».
Un hombre identificado como Mafulul comparte su tragedia personal: “Llevaba a nuestro niño de 9 meses en la espalda. Cuando fui al río, la encontré en el suelo. Los vi allí… lloré. Lloré. Fue muy difícil».
Una pastora llamada Elisa habla de las pérdidas que ha enfrentado su comunidad y dice: “Se llevaron mi Biblia. Se llevaron todo».
Magdalena, una mujer afectada por la violencia, describe los recuerdos fantasmales que lleva: “Como una película, pasa ante mí. Una y otra vez. La forma en que mataron a ese niño.»
«Nadie habla de eso. Vivimos en la oscuridad. ¿Cómo te sentirías si te olvidaran? preguntó Barnabas, un pastor de Nigeria.
Sólo en Nigeria, más de 16.000 cristianos fueron asesinados en cuatro años entre 2019 y 2023, según el Observatorio para la Libertad Religiosa en África.
Según el ministerio, la persecución violenta en el África subsahariana ha alcanzado niveles sin precedentes y ha afectado gravemente la vida de las personas. Los cristianos de la región sufren brutales asesinatos, ataques y secuestros. Millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus tierras ancestrales y reubicar a sus familias en campos temporales de refugiados después de haber sido expulsadas por grupos terroristas islámicos.
La vida en los campos presenta desafíos diarios. Los residentes luchan contra el suministro insuficiente de alimentos, las instalaciones sanitarias inadecuadas y las condiciones de calor extremo. Las oportunidades educativas para los niños son inexistentes y las familias luchan contra el dolor y el trauma. La sensación generalizada de desesperanza se ve exacerbada por la falta de atención a su difícil situación.
La inestabilidad y la incertidumbre en la región no sólo causan sufrimiento inmediato, sino que también amenazan el futuro de la Iglesia, según Open Door US. La situación ha provocado crisis en los desplazamientos, la educación y la atención sanitaria, afectando el bienestar a largo plazo de comunidades enteras.